Philadelphia Skyline

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viernes, 7 de octubre de 2011

Steve Jobs: la mejor campaña de márketing jamás soñada

Si a Steve Jobs le hubieran dicho la inmensa repercusión que iba a tener su fallecimiento, quizás nunca se lo hubiera creído. O sí. Al fin y al cabo, su obra ha contribuido significativamente a que la comunicación 2.0 llegue a los bolsillos de millones de personas. La nueva herramienta de medición de la repercusión de un evento o suceso a nivel mundial es ahora Twitter y ahí no ha quedado lugar a dudas: la muerte del creativo generó 10.000 tuits por segundo -por encima de la muerte de Osama Bin Laden (5.000) o del terremoto y el tsunami de Japón (5.000)-, el sueño de cualquier director de márketing y una cifra que pasará a la Historia.

Pero no sólo se trata de Twitter. Cuando el pasado miércoles se conoció la noticia de la muerte de Steve Jobs, el mundo entero se paralizó. Todos los medios de comunicación del planeta se hacían eco de la tragedia y se sucedían los elogios a un personaje que no ha dejado indiferente a nadie. Aún no he leído ni un sólo comentario o artículo negativo: ha nacido un mito. La razón es fácil de entender, quien más o quien menos ha tenido en sus manos alguna de sus creaciones, capaces de cambiar el modo de entender la tecnología y la comunicación entre personas. El ejemplo de un genio capaz de superar toda clase de obstáculos para crear, un emprendedor incansable, inspirador de los emprendedores futuros, será difícil de olvidar, como lo será su forma de transmitir el entusiasmo por sus creaciones: el márketing perfecto que, en combinación con la genialidad de sus invenciones, explica el fenómeno Apple.

Pero.. y ahora, ¿qué? Algunos creen que con la desaparición de Jobs se frenará el espíritu creativo de Apple. No sé si será cierto o no, pero de lo que no hay duda es de que a Tim Cook le queda una ardua tarea por delante para mantener un listón que apunta muy alto. Demasiado, tal vez. No debe de ser fácil suceder a un genio, un icono del siglo XXI. Sin embargo, la gran campaña que Jobs ha protagonizado involuntariamente con la repercusión de su fallecimiento a nivel global, puede ser también un trampolín para una empresa que, fuera de Estados Unidos, todavía tiene mucho camino por recorrer. Cientos de miles de personas de todos los rincones del planeta han visualizado estos días vídeos o imágenes no sólo de Steve Jobs, sino también de la creación de un imperio, un nuevo mundo tecnológico del que a casi todos les gustaría formar parte adquiriendo alguno de sus gadgets. La imagen de la manzana está grabada en la retina de todos.



Cuando llegué a Estados Unidos, me sorprendió mucho ver la inmensa popularidad de los productos de la marca Apple. Es fácil distinguir a un estudiante estadounidense de uno extranjero sólo por la marca de ordenador que usa. Lo que en Europa, en términos generales, sigue siendo visto como sinónimo de sofisticación, en el país anglosajón se ha convertido en una herramienta fundamental de trabajo. La fascinación por los productos de la manzana es tan alta allí que logran convencer a los más escépticos y resulta difícil abandonar el país sin invertir en alguna de sus creaciones. Una tentación en la que el márketing y la imagen de marca tienen mucho que ver. No en vano, el simple hecho de entrar en sus tiendas se ha convertido en visita obligada en cualquier ciudad del país norteamericano. La manzana mordida se ha convertido en objeto de culto. Es un hecho.

Por todo ello, se podrían extraer dos conclusiones de los sucesos de los últimos días: la primera, que muy probablemente ésta sea la oportunidad de dar a Apple el impulso final que le faltaba a nivel internacional (un camino que ya había abierto con éxito Steve Jobs) para superar el predominio de los PC y, la segunda, que tal vez nos hallemos ante la mayor campaña de márketing e imagen jamás soñada, ni siquiera imaginada por el propio Jobs. Si bueno era su márketing en vida, insuperable lo ha sido en su muerte. DEP.

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